¡A Comer!

Todos los días cuando cerramos el restaurant al finalizar el almuerzo, nos toca a nosotros comer.

Básicamente, nuestra comida consiste en las «sobras». No, no raspamos los platos que dejaron los comensales, pero si hicieron sopa para 300 personas y comieron solo 2, si algo se acerca a su fecha de vencimiento, si hay demasiada salsa, si descongelaron algo de más… Probablemente eso termine en nuestros platos.
No comemos las comidas elegantes que servimos a los clientes, pero tampoco pan y queso. Sopas, goulash, salchichas, papas, fideos, hamburguesas, bruschetas, pizza… Todo casi siempre acompañado de una ensalada. Ensalada casi siempre acompañada de una conversación similar a esta:
– Frau Romero, volvé acá.
– Mmmm… no.
– Volvé y servite ensalada.
– Mmmm…
– ¡Ensalada!
– ¡¡¡No me gusta eso!!!
Cabe destacar que las primeras veces, para quedar bien, me servía igual pequeñas porciones de todo lo que había, y lo comía en silencio. Ahora que ya entramos en confianza, he dejado que conozcan al verdadero yo.
– Si no tiene carne o chocolate, Frau Romero no come.
Igual no es que le hago asco a todas las verduras…
– No, Frau Romero, la papa no es un reemplazo del brócoli.
Tomate, cebolla, Feldsalat, a esos los como. No digo que con placer, pero los como.
– ¡Pero te hice ensalada de tomate!
– Perdón, pero tiene pepino y no me gusta.
– ¡¿Cómo que no te gusta el pepino?!
Dios, ¿por qué los alemanes le ponen pepino a todo?
– La hamburguesa hay que comerla entera, Frau Romero. No la desarme.
– ¿No quiere mi pepino, entonces?
– ¡Ah, yo lo quiero!
Y ellos también entraron en confianza.
– … Ok, confiesen, ¿quién puso este brócoli de acá en mi plato?
– ¿Los tenías contados?
– ¡Por supuesto que sí! Dije que iba a comer cuatro y nada más.
– Hay que comerse todo lo del plato…
– ¡Ajá, fuiste vos!
Pero hay días felices donde comemos sin ensalada, como cuando hay fideos.
– ¿Spaghetti con mejillones?
– ¿Los mejillones tampoco te gustan?
Igual no fui la única mañosa ese día.
– A ver, a ver, ¿quién comió sin mejillones? De Frau Romero me lo esperaba, pero E, ¿qué pasó?
– P tampoco comió.
Si bien soy la que más peros pone a la hora de la comida…
– ¿Cómo que no te gusta la mostaza? ¡¿Qué te gusta?!
… no soy la única.
– ¿Otra vez goulash? Hace como 4 días que venimos comiendo goulash…
A mí me gusta el goulash igual. Salvo que esté…
– ¿Picante? No está nada picante.
– Pada mí etá pidande…
A veces hay postre, del cual nunca me quejo.
– Frau Romero, queda una porción de torta.
– Ya me comí dos, pero si insistís…
El día más feliz, fue cuando antes de que estuviera lista la comida me dijeron que había goulash, pero cuando entré a la cocina encontramos…
– ¡¡¡MILANESAS!!!
– No te olvides de la ensalada.
El horario del almuerzo es nuestro momento más importante del día. No solo nos llenamos el estómago, sino que además llegamos a conocernos un poquitito más.
– Frau Romero es argentina. Allá comen carne y nada más.
Como si me hubiesen parido.
– Frau Romero, me sobró este helado, ¿querés?
Los amo.

Notas:
1. «Frau» se traduce como «señora», pero «señora» no tiene el ritmo sonoro que tiene, para mí, Frau. Y sí, es completamente normal que te digan «señora». «Fräulein», señorita en español, se le dice a las niñas, en su mayoría prepúberes, algunas veces hasta los 18, o a las mujeres de cualquier edad que quieran ser cortejadas por tipos mucho más viejos que ellas.
2. Claramente los diálogos se dan en alemán, por lo cual, si les interesa, milanesa se dice Schnitzel y en el 90% de los casos es de cerdo, ya que es mucho más barato.
3. Desconozco la traducción al español de Feldsalat.
4. Acá Google me tira: hierba de los canónigos. Es rica, qué sé yo.
5. El uso del «usted» y del «vos» no fueron errores de tipeo o de traducción, en la vida diaria tengo compañeros a los que trato de una o de otra forma. Haré, quizás, una publicación al respecto más adelante.
6. Me obligaron a probar un mejillón carísimo que igual escupí. Qué de-sa-gra-da-ble.

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