Pandemia XXI

15 de mayo del 2020. Día 94.

Lunes.

No dormí.

Nunca duermo pre examen igual, el pánico de quedarme dormida siempre me gana, incluso cuando el examen empieza a las TRES DE LA TARDE. Mirá si vas a dormir 14 horas de corrido, nena, tranquilizate un poco…

Hoy es el día del examen práctico.

Por temas de Corona, nos separaron en grupos de 3 para que fuéramos por turnos. A mí me tocó el último turno del primer día.

OBVIAMENTE estuve whatsappeándome con los del primer y segundo turno a ver qué les tomaron.

El Práctico es lo que esperarías de nuestra carrera: hacer servicio. Los profesores hacen la parte de comensales, en la cocina los futuros cocineros arman el menú, nosotros somos la cara bonita que vende todo.

Easy.

Pero en los tiempos de Corona…!!! Está prohibido tener tantos alumnos pululando en un salón, ni que hablar de agregarle 10 evaluadores.

Así que los primeros turnos tuvieron que escribir cartas, facturas, menús… Básicamente lo mismo que habíamos hecho en el examen complejo. Lo que hace que todavía pierda más sentido que el examen esté dividido en 3 partes y no en 2!!

*Suspiro exasperado*

A eso de las 12 me mandaron un mensaje preguntando si me parecía bien si empezábamos a las 14 en lugar de a las 15, y con tal de sacarme todo este estrés de encima yo iba en ese momento, así que por supuesto acepté y me metí en la ducha porque sentía que las 2 horas no me iban a alcanzar para nada!

*Suspiro alterado*

Llegué 20 minutos más temprano y mis compañeros de turno ya estaban ahí. No alcancé ni a sentarme que salió una profesora y dijo «bueno, ahora que finalmente estamos todos…» CALMATE, LOCA, A QUÉ HORA QUERÍAS QUE VINIERA?! Yo llegué antes de ansiosa, no me vengas a hacer sentir impuntual!

Entramos con máscara, nos desinfectamos las manos, nos sentamos en nuestros asientos designados… Y tuvimos que escribir una carta, una factura y un menú. Y terminado.

CLARAMENTE recordé todo lo que me había olvidado antes, revisé la carta 14 veces y salí recontra mega hiper confiada de que me había ido bien.

Y a la mañana siguiente no solo que no tuve ninguna revelación de haberla cagado, sino que dormí como bebé empastillado.

Después de lavarme la cara me acordé de que ese viernes era el examen escrito.

Oh, crap.

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