Pandemia XVII

19 de mayo del 2020. Día 67 de la Cuarentena.

Volví a trabajar.

Mi primer día fue durante la cena.

El sommelier me explicó todos los cambios producto de la «situación actual», luego de que nos laváramos las manos.

Las mesas están a un metro y medio de distancia entre sí y no puede haber más de 4 adultos por mesa; o sea que si hay un grupo de 6, lo tenemos que poner en 2 mesas separadas sí o sí.

Los comensales tienen que llenar un formulario antes de que puedan ser atendidos, que incluye nombre, día y horario en el que se sentaron a la mesa, dirección, teléfono, firma.

Nosotros tenemos una lista, en la cual tenemos que anotar a qué hora limpiamos una mesa, luego de que el comensal se levanta, y qué limpiamos; mesa, sillas, salero, florero, vela… básicamente todo lo que está en la mesa y que no va directo al lavavajillas (como platos y cubiertos).

Tenemos otra lista donde se anota a qué hora se hace la limpieza global post servicio (o sea, después del desayuno, almuerzo y la cena), que incluye desinfección de manijas de puertas, del guardarropas, de la máquina de café, entre otras cosas.

Todo esto se entrega a la noche para que al día siguiente lloren en la oficina archivando todo.

No podemos tocar a los clientes (claramente) ni sus pertenencias, o sea que los abrigos los tienen que colgar ellos mismos; igual ahora que es verano esto es más anecdótico que otra cosa.

Después de levantar algo de la mesa hay que desinfectarnos o lavarnos las manos. Esto CLARAMENTE no se hace, y ya lo oigo a mi padre refunfuñando que tengo que cuidarme.

Pero la verdad es que es imposible de hacer.

Imagínense yendo a comer afuera, aquellos viejos tiempos, sientan el ruido de cubiertos contra los platos de fondo, escuchen las risas de las mesas aledañas, saboreen esa ensalada, esa milanesa, ese tiramisú, sumérjanse en un frío vino, degusten esa coca sin culpa… Y piensan en todos los platos, cubiertos, vasos, copas, servilletas que pasaron por sus manos. Multiplíquenlo por la cantidad de personas que visualizaron a su alrededor.

No. Se. Puede.

Trato de desinfectarme cada media hora y tecleo esta historia viendo mi piel descascarándose en mis nudillos.

No hay crema que me salve ya.

Y todo esto detrás de una comodísima pantalla de plástico.

pandemia

De todas formas este fue mi único día de trabajar durante la cena en época de pandemia, porque dos días después volveríamos a ofrecer servicio de desayuno, y ahora, sin la posibilidad de hacer buffet, la aventura recién había comenzado…

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